Pónganse en la situación: jueves, semana complicada –demasiado trabajo, un par de noches seguidas sin dormir–, una comida copiosa y, por delante, unos 300 kilómetros al volante. Otra, por ejemplo: lunes de madrugada, de camino a casa por una carretera secundaria sin apenas iluminación y riesgo de animales en la calzada. Y una más: miércoles, hora punta, atasco en el centro de la ciudad, peatones sorteando los coches, lluvia, prisas y el móvil sonando sin parar; llamadas, mensajes, dónde estás.