El Centro Tecnológico AIMEN y la empresa Ferroatlántica lideran un proyecto europeo que busca fabricar células fotovoltaicas de bajo coste transparentes y flexibles, que se puedan integrar en ventanas, fachadas, marquesinas e incluso prendas de vestir.
Se trata de la iniciativa PhoSil (Photovoltaic Cell Architectures base on Advanced Laser Processing o Silicon), a la que AIMEN aporta su experiencia en tecnología láser y Ferroatlántica, sus conocimientos en la producción de silicio.
Las células fotovoltaicas son aquellos elementos integrados en los paneles solares que transforman la luz en energía eléctrica, compuestas por una delgada lámina de material semiconductor, principalmente silicio con un cierto grado de pureza. El proyecto PhoSil quiere reducir el elevado coste de fabricación de estas células, mediante la reutilización de aquellas obleas de silicio que hayan sido rechazadas por grietas o roturas –entre el 3% y el 5% se desechan durante el proceso de producción por estos motivos–, abriendo un amplio abanico de posibilidades para la industria fotovoltaica.
A través de la tecnología láser y varios procesos químicos, este proyecto europeo rebajará hasta en más de un 60% el peso del silicio necesario para fabricar una célula, al hacerlas mucho más delgadas (por debajo de las 80 micras), según apuntan desde AIMEN. Las nuevas células captarán la luz por las dos caras y serán flexibles y transparentes, lo que disparará sus posibilidades de uso. Así, según AIMEN se podrán integrar en ventanas, fachadas y marquesinas, pero también en prendas de vestir que lleven componentes electrónicos (como luces) y en dispositivos autónomos, como señales de tráfico, sensores o equipos de comunicaciones.
Técnicos del Centro Tecnológico AIMEN explican que la tecnología de corte por láser logra un menor desperdicio de material en la fabricación de las células fotovoltaicas. Los módulos fabricados a partir de obleas recicladas ahorran un 30% de energía en comparación con aquellos que se producen utilizando nuevos materiales. Según los técnicos, entre el 5% y el 8% de las células solares se convierten en chatarra electrónica por problemas de fabricación, lo que supone unas pérdidas de 500 millones para las empresas. En 2020 se espera que se hayan generado 35.000 toneladas de células solares gastadas o fuera de servicio, para lo que no existe ninguna solución tecnológica satisfactoria hoy en día, al margen de su trituración y refusión.
Además de Ferroatlántica y AIMEN, participan en el proyecto el centro francés Irepa Laser (especializado en el procesado láser de materiales), el instituto griego Iceht-Forth (ingeniería y procesos químicos) y la empresa helena Advent. Las investigaciones sobre nuevas células fotovoltaicas se han disparado en los últimos años. Incluso el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) trabaja sobre un proyecto de célula solar orgánica transparente.
(Fuente: Faro de Vigo)