Papeles, trámites, plazos, costes... Acceder a los fondos europeos se ha convertido para las empresas en un quebradero de cabeza, en un proceso falto de transparencia que puede terminar haciendo perder a España el tren de la transformación económica. La hoja de ruta trazada por el Gobierno está empedrada de complicaciones, de una burocracia asfixiante que puede alargar el proceso de concesión de ayudas hasta ocho meses.
Este sudoku está provocando un efecto desánimo en el tejido productivo, especialmente en las pymes, y no solo por la maraña administrativa, también por el coste que supone en muchas ocasiones tener que acudir a una gestoría que guíe en el proceso. Muchas empresas ya miran a países vecinos, como Francia y Portugal, con trámites más sencillos y procesos de ejecución muy adelantados.
Fernando Santiago, presidente del Consejo General de Colegios de Gestores Administrativos, constata que «el tiempo ha mostrado el poco interés de las pymes. Las razones: requisitos que cierran las puertas directamente a un porcentaje importante de estas, una elevada burocracia, falta de información, etc. Las pymes piensan que los Next Generation están diseñados para las grandes empresas que cuentan con recursos para dedicarse a buscar las convocatorias». Santiago denuncia que el Gobierno aún no entiende que las pymes no tienen la misma capacidad que las grandes compañías.
Sin embargo, no está todo perdido, aunque el camino sea tortuoso. Lo primero que debe entender una empresa que quiera optar a los fondos europeos en España es que los contratos públicos y las subvenciones se reparten a partes iguales y que no todas las empresas participan en los contratos, pese a la petición reiterada de Bruselas de que se abran a las pymes. A diferencia de lo que ocurre con los contratos públicos, todas las empresas pueden optar a las subvenciones, sobre las que pymes y autónomos deben poner el foco. Una vez detectadas, habrán de seguir la ruta de la convocatoria con la presentación de un proyecto.
Fuente: La Razón